lunes, 14 de mayo de 2007

James y el melocotón gigante

He comido en mi vida muchos platos raros y exquisitos:
gelatina de jugosas tijeretas y mosquitos.
Los ratones con arroz, bien tiernecitos
y asados, son uno de mis platos favoritos.
(Pero guisados con lodo y con zumo de piojitos.)

He comido hamburguesas de cieno de la mejor cocina,
y batidos de escorias, y huevos de rana con cecina,
y cuernos de caracol, y rabos de lagartija alpina,
y escarabajos negros de la colina.
El escarabajo es más tierno en salsa marina.

Me encanta la babosa hervida. Plato genial, adobado
con paté de hormiga y salsa picante. ¿Habéis probado
los dedos de mosquito con huevos de pescado?
Son un delicado postre helado;
pero, eso sí, te dejan el estómago arruinado.

Me enloquecen los crujientes aguijones de avispa con tostadas,
las púas de erizo y la deliciosa carne asada
de un dragón, si está en temporada.
(Se vende al peso y viene enlatada,
y puede comprarse por quintal o tonelada.)

Me encanta el pulpo con chocolate,
me gustan las salchichas de ancas de rana. Y echarme al gaznate
un vaso de aceite de motor con tomate
(suprema receta, aún mejor con aguacate,
y de una buena comida el mejor remate).

Para mi cumpleaños elegiré, muy pillo,
croquetas de renacuajo, plato sencillo,
con una rebanada de manguera y un bocadillo
de gelatina de patas de armadillo.
Es buena para el paladar y horrible para el bolsillo.

Y ya llego al fin de mi canción:
son estos platos lo mejor entre un millón,
pero sin dudarlo yo daría
miles de ellos cada día,
por un solo y único bocado
de este melocotón amado.

(Roald Dahl)

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